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La terapia familiar permite dar voz a los seres queridos que sufren en segundo plano, dándoles la oportunidad de expresar cómo se sienten, ayudándoles a canalizar su dolor, tristeza y culpa.
A menudo la persona que sufre una adicción se encuentra inmersa en relaciones personales complicadas, que pueden producir un enorme sufrimiento, tanto a ella misma como a aquellos que la quieren. La comprensión del modo en que este dolor va penetrando y destruyendo la dinámica familiar constituye una herramienta muy valiosa en el tratamiento de la adicción.
Los niños son la parte más vulnerable al sufrimiento que produce la adicción: su personalidad, estado emocional y conducta pueden llegar a sufrir graves deterioros a largo plazo.

Estrategias de intervención, diseñadas e implementadas en respuesta a la problemática de la familia en cada momento, favorecen la comunicación y fortalecen los vínculos y la capacidad de relacionarse de modo saludable, devolviendo un horizonte de esperanza. Una vez los deseos y esfuerzos de la persona logran concertarse con las necesidades de sus seres queridos, la relación cobra una nueva dimensión.